Biografía

Yo no elegí el tango… el tango me eligió a mí

Desde pequeña me sentí atraída por la obra del artista Edgar Degas Dos bailarinas saliendo al escenario cuya réplica colgaba con un modesto enmarcado en la pared del comedor. Me situaba imaginariamente en aquella escena de dramáticos contrastes de color, textura, líneas y soñaba ser como esas mujeres de poses extrañas y delicadas. Seguramente fue el inicio de mi relación con el arte y la danza.

El danza clásica nunca llegó. Pero llegó tango. El tango… ¡esa diablura! –como diría Borges–

Era el comienzo de mi juventud y la música de Astor Piazzolla fue el empuje definitivo. Comenzó entonces el largo e inacabable camino del apendizaje. Primero, de manera manera autodidacta y con instructores locales. Luego, siguió Buenos Aires, el  Instituto Universitario Nacional del arte, la Escuela Argentina de tango y, desde luego,  los grandes maestros de la danza que aportaron a mi formación.  

La oportunidad de expresarme en el tango es, sin duda, el gran motor de mi vida; pero enseñar para que otros lo bailen o lo disfruten como espectadores, son experiencias incomparables. Es la manera en que el tango perdura.